San Panteleimon (o más conocido en Occidente como San Pantaleón) fue un hombre que a los 29 años de edad dio su vida por Cristo. Como San Lucas en el Nuevo Testamento, Pantaleón era doctor y se le recuerda como “el médico glorioso“. Pero a diferencia de aquél, Pantaleón alcanzó la santidad no por su evangelización, sino por sus talentos como médico, pues sus esfuerzos en contra del sufrimiento, fueron aumentados gracias al poder divino.
Pantaleón “el todo misericordioso” nació en el año 275 d.C. en Nicomedia, Asia Menor; de padre pagano y madre cristiana. De su padre aprendió la ciencia; de su madre, el espíritu.
De apariencia atractiva y porte noble, Pantaleón fue discípulo del médico más notable del Imperio, Eufrosinos. Al poco tiempo, su profundo conocimiento y habilidad para curar le atrajo la atención del emperador Maximiano, quien lo incorporó a su servicio personal y al de la Corte. Aunque esto aumentó grandemente su fama, el joven médico continuó curando a la gente del pueblo. Un piadoso cristiano llamado Ermolaos, quien por su abierta promoción del Cristianismo era perseguido constantemente por el imperio, conoció a Pantaleón y alabó su habilidad médica, induciéndolo a que conociera “la curación proveniente de lo más Alto”.
Después de una serie de encuentros, el médico conoció su verdadera vocación cristiana, y a partir de entonces, como hombre de ciencia su profesionalismo fue subordinado a su papel de seguidor de Cristo. Continuaba curando a sus pacientes, pero ahora en el nombre del Señor, es decir en nombre del mayor Médico de todos. Su poder de curación ya no era atribuible sólo a su habilidad como médico, sino también, a la intervención divina.
Conforme creció su reputación, Pantaleón llego a ser conocido, más como un hombre de Dios que de ciencia, reconocimiento que provocó la ira y condena del emperador.
Una vez apresado e interrogado, se le ofreció una última oportunidad de elección entre Cristo y los ídolos; su respuesta fue una reafirmación de la fe en Cristo. No todas las acciones diabólicas de los torturadores de Pantaleón son conocidas. Pero la historia nos narra que este noble médico cristiano, fue entre otras cosas, torturado en un estante, estirando sus miembros y quemado con velas. Después de estas experiencias horrorosas; fue arrojado primero, en un hoyo ardiente y después a una guarida de bestias. Cuando sobrevivió, los paganos se convencieron de que había una especie de poder sobrenatural protegiéndolo. Finalmente se decidieron por ahogarle, lanzándolo a un río profundo con una enorme piedra atada a su cuerpo. Cuando la piedra comenzó a flotar, los torturadores, exasperados, sacaron a Pantaleón del agua y lo colocaron sobre un árbol seco para ser decapitado. Se dice que fue leche lo que salió de la dañada cabeza del mártir. El árbol en donde fue ejecutado volvió a vivir después de esto.
Pantaleón dio su vida por Cristo el 27 de julio del año 304.