El Santo apóstol de los setenta Silas, con Silvano, Crescencio, Epeneto y Andrónico eran discípulos del Salvador.
Santo Silas era una figura my respetada en la iglesia original de Jerusalén "Uno de los varones principales entre los hombres" (Hechos 15:22).
El Concilio de los apóstoles fue convocado en Jerusalén en el año 51 para lidiar con las cuestiones de los Gentiles recién convertidas al Cristianismo y si ellos deberían ser obligadas a observar y practicar las leyes Mosaicas. Los apóstoles le enviaron un mensaje a los Cristianos con Pablo y con Barnabas quienes estaban en Antioquia dando la decisión del Concilio que los Cristianos de origines Gentil no tenían que observar los preceptos de las leyes Mosaicas, pero le dijeron que deben de apartarse de alimentos ofrecidos a los ídolos, estrangulaciones y sangramientos de los sacrificios y los actos de fortificación (Hechos 15:20-29). Junto con los Santos Pablos y Barnabas el concilio de los Apóstoles enviaron igualmente a los Santos Silas y Judas para que ellos explicaran el mensaje con detalles ya que ellos estaban llenos de la Gracia del Espíritu Santo. Mas tarde, San Judas regreso a Jerusalén pero San Silas permaneció en Antioquia asistiendo celosamente a San Pablo el Apóstol para los Gentiles en sus trayectorias de misionero predicando el Evangelio. Ellos visitaron Siria, Cilicia, y Macedonia.
En la ciudad de Philippi se les acuso de instigar manifestaciones en el pueblo y por eso fueron arrestados, golpeados con barras y arrojados en prisión. A la medianoche cuando los Santos se encontraban orando, se precipito de repente un fuerte terremoto, las cadenas que los ataban se soltaron y las puertas de sus celdas se abrieron. El guardia portero de la prisión, presumiendo que los prisioneros se habían escapado quiso suicidarse pero el Apóstol Pablo lo paro y el hombre entonces cayo tembloroso a los pies de los Santos y con fe acepto las enseñanzas de Cristo. Así el guardia los saco de la prisión y los llevo a su casa donde el mismo les lavo y les sano las heridas y también recibió el bautismo junto con su familia.
Desde Philippi los Santos Pablo y Silas procedieron a las ciudades de Anfipolis, Apolonia y Tesalónica. En cada ciudad lograron convertir personas a Cristo y fortalecer la Iglesia.
En Corintio, el Santo Apóstol Silas fue consagrado Obispo y logro muchos milagros y señas y allí fue también donde finalizo su vida en la tierra.
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