En este día se celebran la misericordia de Dios, sus admirables obras y su sabiduría: su misericordia hacia los piadosos y justos padres de san Juan, los ancianos Zacarías e Isabel, quienes durante toda su vida habían rogado a Dios por un hijo; la maravilla de la concepción de Juan en el muy envejecido vientre de Isabel; y la sabiduría del plan de salvación para la humanidad. Dios tenía para Juan un plan especialmente grande: que fuera el Profeta y Precursor de Cristo el Señor, el Salvador del mundo. En varias ocasiones, Dios ha revelado mediante sus ángeles el nacimiento de aquellos para quienes tenía un plan especial: el de Isaac a la infecunda Sara [cfr. Génesis 18:1-15; 21:1-7], el de Sansón al infecundo Manoa y a su esposa [cfr. Jueces 13], y el de Juan el Bautista a los infecundos Zacarías e Isabel [cfr. San Lucas 1:5-25, 57-80]. ¿Cómo pueden nacer hijos de padres ya ancianos? Si alguien tiene curiosidad por saber, que no pregunte a hombre pues el hombre no sabe, ni a la ley natural pues esto es muy superior a ella; sino vuelva su mirada al poder del Dios Omnipotente, quien hizo el universo de la nada y ni siquiera utilizó progenitores, jóvenes o viejos, para la creación de Adán. En vez de tener curiosidad, demos gracias a Dios por revelarnos tan frecuentemente su poder, misericordia y sabiduría más allá de la ley natural, que de otro modo nos encadenaría, pues sin estas singulares maravillas de Dios caeríamos en desesperación y nos olvidaríamos de él.




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