El santo obispo Juan Maksimović, arzobispo de Shanghai y de San Francisco, nació el día 4 de junio del año 1896 en un lugar llamado Adamovka, del distrito de Jarkov en el Imperio Ruso (actual Ucrania). Su padre, Boris, era de origen noble – de una familia noble de Maksimović – que llegó a Rusia desde Serbia en el siglo XVIII. Su gran antepasado era el metropolitano San Juan de Tobolsk, conocido también como el iluminador de Siberia. En su bautismo, se le impuso el nombre de Miguel. Su madre Glafira, así como todos los de su familia eran reconocidos como cristianos muy piadosos. Sin embargo, el joven Miguel lo fue menos y en el año 1914, asistió y completó sus estudios en la escuela superior militar de Poltava, y después, en 1918, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Kharkov.
En aquel tiempo vivía en Jarkov un prominente teólogo ruso, el arzobispo de Kharkov, Antonio Chrapowitzky. Las puertas de su residencia estaban siempre abiertas, no sólo para los estudiantes de teología, sino también para todas los jóvenes amantes de Dios. De esta manera, el joven Miguel se introdujo en el entorno del metropolita, algo que fue de gran importancia espiritual para él y que marcó su vida.
Los horrores de la Revolución de octubre y la guerra civil en Rusia (1917-1922) no fue ajena a la familia Maksimovic. Compartían la fe de millones de familias y refugiados rusos y después de varios años, se establecieron en Belgrado, la capital del Reino de Yugoslavia. Como el Reino de Yugoslavia era un Estado significativamente ortodoxo (aunque existían católicos romanos y musulmanes), y la dinastía gobernante ortodoxa, los Karadjordjevic, mantenía estrechas relaciones con el Imperio Ruso, eso hizo que muchos rusos emigrados se establecieran en Serbia, que era parte del Reino de Yugoslavia.
En Yugoslavia, el joven Michael se reunió nuevamente con el metropolita Antonio Chrapowitzky, ahora que era la cabeza de una Iglesia rusa recién formada en el extranjero y que tenía su centro en la ciudad serbia de Sremski Karlovci. El joven Miguel comenzó pronto sus estudios de teología en la Facultad de Teología de la Iglesia Ortodoxa Serbia.
Asistía a servicios religiosos con seriedad, tanto en iglesias rusas como en iglesias serbias. Como estudiante, Miguel subsistía vendiendo periódicos en las calles de Belgrado, pero de una manera muy inusual: los jóvenes emigrantes rusos se ponían frente al Teatro Nacional y vendían los periódicos en silencio, mientras que los distribuidores serbios de prensa utilizaban otros medios, como gritando. Pero incluso de esta manera, el joven Miguel logró rápidamente vender todos sus periódicos.
Después de graduarse, en 1925, Miguel Maksimovic decidió renunciar al mundo y se dedicó a llevar vida de monje. En ese momento él no estaba en un monasterio, donde la vida monástica prosperaba.
Se fue al monasterio llamado Miljkovo donde Miguel decidió vivir bajo la guía espiritual de su abad, el archimandrita Ambrosios de Rusia. Fue en este monasterio en Serbia, en la fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen, en el año en 1926, cuando Miguel se convirtió en un monje. Y lo que es particularmente interesante y de importancia es que el metropolita Antonio lo le confirió la condición de monje y muy poco tiempo después lo consagró como hieromonje.
Como es una costumbre en la iglesia ortodoxa el asumir un nuevo nombre al convertirse en un monje, Miguel decidió tomar el nombre de Juan, en honor de su gran antepasado, el santo metropolita Juan de Tobolsk. Y en este comienzo de su nueva vida como un monje, Juan comenzó a llevar una vida ascética durmiendo muy poco y así persistió durante los próximos cuarenta años, hasta su muerte.
Sin embargo, el monje Juan vivió en el monasterio Miljkovo sólo hasta 1929, pues en este año fue nombrado profesor y catedrático de Teología en el seminario del obispado serbio de Ohrid. En ese momento, el obispo de Ohrid era un eminente teólogo y filósofo serbio, San Nicolás Velimirovic, y también del futuro santo, el hieromonje Justino Popovic, vivía y trabajaba en el seminario de Teología en Bitolj, en el obispado de Ohrid de la Iglesia serbia.
Ya en ese período en el seminario de Teología, el futuro de la santidad del hieromonje Juan comenzó a evidenciarse. El primero en observar esta vida santa que llevaba el monje Juan, fue el obispo Nicolás de Ohrid, cosa que no fue rara, ya que el mismo obispo era un hombre verdaderamente santo.
El obispo Nicolás solía decir: “Si quieres ver a un hombre santo, vaya a ver al padre Juan”. Inmediatamente, los estudiantes de la Universidad, los jóvenes teólogos a los que Juan enseñaba, comenzaron a preguntarse: “¿Cuándo duerme este hombre?” Comenzaron a vigilarlo e incluso en alguna ocasión llegaron hasta la cama para ver si estaba durmiendo, pero en absoluto, nunca lo vieron dormido. Pronto se dieron cuenta de que el padre Juan no utilizaba la cama y que la única vez que lo vieron adormilado de noche estaba en oración ante un icono. Averiguaron también que el padre Juan, de noche, a menudo visitaba las habitaciones de los estudiantes para orar por ellos y taparlos, si hacía frío. En aquellos años el padre Juan claramente definió su actitud como auténtico ortodoxo con una auténtica identidad nacional. Y por eso, el padre Juan utilizaba como lengua litúrgica aquella que comprendieran sus fieles: con los griegos, oficiaba en griego y más tarde, en Europa occidental, oficiaba la liturgia en alemán, francés y holandés. Además de un gran teólogo era un famoso políglota, ya que sabía las lenguas serbia, griega, francesa, alemana, inglesa y latina.
En el año 1934 el padre de Juan apareció de repente en Belgrado. Sus conocidos le preguntaron por ello y él trató de explicar que lo había hecho porque por error, algunos monjes lo habían elegido como obispo y que le habían llamado, pero más tarde, tuvo que explicar que el error no era tal.
Intentó por todos los medios evitar este gran honor, e indicó que él tenía un defecto en el habla, pero el Santo Sínodo de la Iglesia Rusa en el Extranjero le dijo que incluso el gran Moisés tenía un defecto en el habla y sin embargo fue un elegido de Dios como profeta. De esta manera, aunque tratando de evitar a toda costa ser consagrado obispo, el padre de Juan recibió la ordenación de las manos del metropolita Antonio Chrapowitzky, en la iglesia rusa de la Santísima Trinidad en Belgrado, el día 28 de mayo del año 1934.
El obispo Juan fue ordenado como obispo de Shanghai, pues existía una numerosa emigración rusa en aquellas tierras y la Iglesia tenía allí su misión. En su carta a la misión rusa en Shanghai, el metropolita Antonio escribió: “Te envío a Juan, como mi alma, mi corazón, que es una maravilla en la pureza ascética y el rigor en nuestros días, en que en general, ha decaído la espiritualidad”.
El obispo Juan llegó a Shanghai el día de la Presentación de la Santísima Virgen de aquel mismo año, 1934. En China, en ese momento, vivían cientos de miles de refugiados rusos y el obispo Juan, aunque no era un hombre de este mundo, debido a su autoridad espiritual, logró completar la construcción de una gran iglesia catedral dedicada a la Virgen, una casa parroquial, una casa de reposo para los ancianos y enfermos, un gimnasio, y un orfanato. Sin embargo, la ayuda principal del obispo Juan a esas personas, eran su oración y sus curaciones milagrosas a los enfermos y a los heridos.
El obispo Juan permaneció en Shanghai con sus fieles hasta el año 1949, cuando los comunistas chinos lograron tomar el poder en el Estado, lo que significó un gran peligro para todos los rusos.
Debido a esta nueva situación, el obispo Juan decidió y consiguió evacuar a decenas de miles de sus fieles a Estados Unidos a través de Filipinas. Por lo tanto, se cerró así su etapa como obispo de Shanghai. El Santo Sínodo de la Iglesia Rusa en el Extranjero, en el año 1951, lo nombró arzobispo de Europa Occidental, teniendo su sede en París.
En muy poco tiempo, este obispo ruso torpe y humilde se hizo muy conocido en casi toda Europa. Oficiaba sin descanso en todos los países de Europa occidental utilizando en la Sagrada Liturgia los idiomas francés, alemán y holandés (como antes en griego y el chino). En París se le conocía como “Santo Juan el descalzo”.
Durante labor apostólica en Europa occidental, el obispo Juan estuvo muy dedicado a la tarea de encontrarse con sus fieles y en la búsqueda de las sagradas reliquias de los santos antiguos de la Iglesia Occidental, anteriores al Gran Cisma de 1054.
Para la Iglesia y el pueblo serbio hay un episodio especial en este capítulo de la vida del obispo Juan en Europa. En una ocasión, cuando estaba en Marsella, se paró en una de las plazas de la ciudad y de pronto, Juan, se paró y empezó a oficiar el servicio fúnebre con el omoforion. El tráfico se paró y una multitud de personas se reunieron alrededor de él. Tras el final del réquiem, explicó que en ese mismo lugar un rey ortodoxo de Yugoslavia – Alexander Karadjordjevic había muerto, asesinado en 1934 por una organización croata nazi.
Mientras vivía en Europa Occidental, el obispo Juan continuó su trabajo pastoral y comenzó a caminar descalzo durante el verano y el invierno. Este período de su vida duró más de diez años, hasta que fue convocado a Estados Unidos, debido a la enfermedad del arzobispo Ticón de San Francisco. El Santo Sínodo de la Iglesia Rusa en el Extranjero nombró a Juan como arzobispo de la sede de San Francisco en Estados Unidos. El santo obispo llegó a su nueva sede en el añov1962, en el día de la Fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen. Así comenzó el menor y, al mismo tiempo, el período más difícil de su santa vida.
Allí, Juan, se vio obligado a conciliar su nuevo rebaño de América, a reconciliar a los que estaban en lucha y contradicciones con el Santo Sínodo, y se vio obligado incluso a defenderse ante las instancias civiles contra las falsas acusaciones de apropiación indebida de algunos fondos de la Iglesia, que estaban destinados a la construcción de nuevas iglesias. Por supuesto, fue absuelto de todas las acusaciones falsas, pero esta experiencia representó para él una gran humillación y una gran conmoción. Ante la autoridad civil, el obispo Juan tuvo un gran defensor en la persona del obispo serbio, Sabbas Saracevic, que fue un gran obispo que veneraba la santidad de Juan y su amor al prójimo.
Aunque entre los fieles del obispo Juan había muchos de sus “Shanghaians”, también había muchos viejos rusos emigrados a Estados Unidos, que ya eran realmente estadounidenses: se solicitó que en todos los servicios celebrados los domingos en las Iglesias, se introdujeran sillas dentro de ellas a fin de que los fieles pudiesen sentarse durante los oficios. El obispo Juan se opuso con energía a estas demandas y a otras innovaciones también propuestas. A menudo los feligreses celebraban la fiesta de Halloween y el obispo los amonestaba por no asistir a la vigilia toda la noche en la iglesia. En una palabra, fueron años inquietos para el obispo, que ya era mayor y estaba cansado. Llegó a predecir su muerte y, aunque indirectamente, lo decía a menudo.
A mediados de julio de 1966, el obispo Juan llevó a Seattle el icono taumaturgo de la Madre de Dios, el llamado Icono de Kursk de la Madre de Dios. Después de la Liturgia Divina que se celebró en la Iglesia de San Nicolás el día 2 de junio, (según el calendario juliano) de 1966, serenamente, en su habitación en la casa parroquial donde siempre tuvo su residencia, descansaba en el Señor.
Su cuerpo cansado pudo descansar en la cama, por primera vez después de cuarenta años. Cinco días después, fue enterrado en la Iglesia Catedral de la Santísima Virgen Santa, en San Francisco (California).
El arzobispo Juan de Shanghai y San Francisco fue canonizado el día 1 de julio de 1994 por la Iglesia Rusa en el Extranjero. Hoy en día, el sagrado culto al santo obispo Juan de Shanghai y de San Francisco cuenta con una especial devoción en todo el mundo de los cristianos ortodoxos.
Milagros del santo obispo Juan de Shangai
Son muy numerosos los testimonios sobre los grandes milagros realizados por San Juan obispo de Shangai, que van desde la descripción de su clarividencia, curaciones de enfermos, oraciones por los enfermos necesitados así como otras manifestaciones de la gracia de Dios al pueblo que vivió junto a él En esta ocasión, vamos a recordar sólo algunos de ellos.
• Ana Lusnikova fue gravemente herida durante la guerra en 1945 y se estaba muriendo en el hospital. Ella le rogó al personal del hospital que llamase al obispo Juan para que pudiera darle la Comunión. En ese momento, fuera, había una gran tormenta. Los médicos y las enfermeras trataron de convencerla de que no había posibilidad de que cualquier persona pudiese visitar el hospital debido a las inclemencias del tiempo y, además, la guerra estaba en su apogeo y existía la prohibición de caminar por las calles por la noche. Pero Ana insistió e incluso forzó a que se llamara al obispo Juan. De pronto, Juan apareció en su puerta, mojado, chorreando. Ana recordó más tarde: “Tuve que tocarlo para asegurarme de que no era un fantasma.” El obispo Juan se limitó a sonreír, confesó Ana y le dio la Sagrada Comunión. Otro paciente estuvo presente en este hecho. Después de pasar de dieciocho horas, Ana se despertó completamente recuperada. El personal del hospital estaba sorprendido por esto pero no creyó a Ana cuando les dijo que el obispo la había visitado por la noche. Ana recalcó que Juan le había dado veinte dólares como ayuda financiera para su tratamiento. El dinero se encontró debajo de la almohada de la cama. Pronto salió del hospital totalmente recuperada.
• Una mujer, la señora Meshnikova, fue mordida por un perro rabioso. Como era en tiempo de guerra no había vacunas para tratar la rabia y se estaba muriendo de horribles dolores. Una noche, apareció el obispo Juan junto a su cama y esperó durante mucho tiempo para que se despertara a fin de que pudiese confesarse la comunión. Tan pronto como comulgó, ella tuvo un ataque repentino de rabia y vomitó la Sagrada Comunión. El obispo piadosamente la recogió y se la comió con gran sorpresa y asombro del personal del hospital, ya que era mortal. Pero el santo obispo les respondió: “Yo sé que es contagiosa, pero no sucederá ya que esta es la Sagrada Comunión”.
• En los archivos del Hospital Estatal de Shanghai, estaba una niña llamada Ljudmila Sadovska que fue atendida desdpués de la caída de un caballo. Su pulso era bajo, su cabeza fue aplastada con pedazos de su cráneo clavado en el cerebro. Su hermana corrío para que Juan llegara al hospital. Tan pronto como llegó, solicitó que todos salieran de la habitación y pasó unas horas en oracion. Luego llamó a los médicos para examinar a la paciente una vez más, y todos estaban maravillados. El pulso era normal y su estado de salud, muchísimo mejor por lo que Ljudmila fue operada inmediatamente en la presencia del obispo. La operación fue un éxito y Ljudmila logró recuperarse totalmente.
• El santo obispo Juan era hijo espiritual del metropolita Antonio Chrapowitzky quién lo guió a través de la vida monástica y, finalmente, lo ordenó como obispo de Shanghai. Los colaboradores más cercanos del obispo Juan dijeron que el 28 de julio de 1936, este sintió un dolor en su corazón mientras estaba sentado en su oficina. A la mañana siguiente se enteraron de que en ese momento cuando el obispo Juan sentía ese dolor en su corazón, el metropolita Antonio había muerto en su residencia en Sremski Karlovci (Reino de Yugoslavia).
• Una vez, San Juan se apresuró a ir al hospital para dar la Sagrada Comunión a un paciente moribundo. San Juan fue acompañado por uno de sus sacerdotes más cercanos. Pero al entrar, se tropezó con un joven que estaba sentado en su cama del hospital, tocando su armónica y cantando. Se sentía feliz porque estaba a punto de dejar el hospital desde que se había recuperado de su enfermedad. San Juan le dijo: “Me gustaría darle la Sagrada Comunión”. Dado que el joven era piadoso, se confesó con el obispo Juan y recibió de él la Sagrada Comunión. El sacerdote que acompañaba a San Juan se sorprendió mucho y le preguntó al obispo por qué no le había dado la comunión al paciente moribundo y por qué se la dio a aquel hombre joven y sano. San Juan respondió: “Este joven se va a morir esta noche”. Y eso es lo que sucedió en realidad.
• Una mujer judía de origen ruso tenía un hijo enfermo. Hizo todo lo posible para que sanara, pero nada podía ayudarle. Entonces, finalmente, alguien le dijo que buscara a San Juan. Ella fue a la iglesia donde estaba el obispo celebrando y le pidió que dijera una oración por su hijo Misha. Ella había ocultado deliberadamente el nombre de su hijo, pensando que el obispo no iba a rezar por un niño judío. San Juan la miró y le dijo: “Mujer, vete en paz! Voy a rezar por su hijo Moisés”. Ella se sorprendió mucho cuando escuchó el nombre de su hijo que muy pronto quedó completamente sano y, lo bautizó poniéndole el nombre de Christian.
• Un diácono de la iglesia rusa de París había concelebrado con San Juan en un servicio fúnebre por el fallecido obispo Nathaniel. San Juan estaba agotado después de un ayuno prolongado y después de una enfermedad que anteriormente había tenido. Así que debido a esto, se tambaleaba mucho caminando detrás del féretro en su camino a la tumba. El diácono tenía que sostener de San Juan bajo el brazo constantemente. En un momento el diácono pensó: “Este santo obispo está muy cansado y el próximo puede ser su funeral”. Y durante el servicio fúnebre solo pensaba en esto hasta que San Juan de repente le dijo: “¡No hagas eso!”
• San Juan ha ayudado con sus oraciones, incluso después de su muerte. Esta es la confesión de Vera Terehova, que vivía en San Francisco. Su amiga, Ana estaba muy enferma. Un virus atacó su cerebro y ella podría morir en cuestión de una semana. Vera fue a la catedral de la Madre de Dios, que San Juan había construido y donde se guardaban sus reliquias aunque aun no estaba todavía canonizado como santo de la Iglesia Ortodoxa. Vera tenía un pedazo de papel con el nombre de Ana escrito en él y lo puso junto a la mitra de San Juan que estaba encima de su tumba. Mientras ella hacía esto, su amiga Ana había abierto sus ojos y salido del coma. Pronto se recuperó totalmente de su enfermedad.
La celebración anual de San Juan en Belgrado (Serbia)
En Belgrado, capital de Serbia, hay personas mayores que tuvieron la oportunidad de ver y oír a San Juan de Shanghai, ya sea como profesor de Teología en el seminario Bitolj o como obispo. Por supuesto que conforme pasan los años, son cada vez menos. Pero es un gran consuelo el hecho de que existen jóvenes que están interesados en San Juan Maksimovic y que están tratando de averiguar más sobre su vida y los milagros que realizó, ya sea como obispo de la Iglesia, o como después de su muerte.
La mayoría de estos jóvenes que están interesados en San Juan se reúnen en la iglesia de San Trifón de Belgrado y en torno a su líder espiritual, el proto-sacerdote Dejan Dejanovic. Desde hace años, en el día de San Juan, se celebra la Sagrada Liturgia. En la iglesia se conserva y es venerado por los fieles, un icono de San Juan, que tiene una parte de sus prodigiosas reliquias, así como un icono de la Madre de Dios, que pertenecía a San Juan y que llegó como un regalo desde Shanghai antes de partir hacia Europa occidental.
Serbia y sus fieles nunca se olvidaron de San Juan Maksimovic, y del hecho de que él sentó las bases de su santidad entre ellos y en su país, y que, una vez, hace mucho tiempo, vivió y trabajó en Serbia. A partir de este conocimiento, aunque nuestra fe en su memoria y San Juan siempre nos favorece, ante el trono de Dios en su reino celestial.