Teodoro era discípulo de san Pacomio. Nació y fue criado en el paganismo, pero siendo aún joven vino al conocimiento de la verdadera fe y fue bautizado. Oyendo de san Pacomio, huyó secretamente del hogar de sus padres hacia el monasterio de Pacomio. Este lo tonsuró como monje y lo admiraba a causa de su singular celo y obediencia. Cuando su madre vino a pedirle que regresara a casa, Teodoro ni siquiera quiso mostrarse a ella, sino que oró para que Dios la iluminara con la verdad. En efecto, no sólo su hijo no regresó a casa, sino que ella misma no regresó. Viendo un monasterio no muy lejos que era dirigido por la hermana de Pacomio, se incorporó a él y fue tonsurada como monja. Después de un tiempo Paunicio, hermano de Teodoro, también vino al monasterio y fue tonsurado monje. Más tarde el obispo de Panópolis llamó a venir a san Pacomio con el fin de que estableciese un monasterio para los que deseaban la vida monástica. Pacomio tomó consigo a Teodoro y le confió la tarea de establecer este nuevo monasterio. Después de la muerte de Pacomio, Teodoro se convirtió en abad de todos los monasterios de Pacomio y alcanzó una edad muy avanzada. Teodoro vivió una vida agradable a Dios, guiando a muchos monjes en el camino de la salvación. Murió en paz y fue a habitar en el Reino de la Luz eterna en el 368 d. C.




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