Pacomio nació en Egipto y era pagano en su juventud. Como soldado, luchó junto al emperador Constantino en la batalla contra Majencio. Después de esto vino a conocer al único Dios de los cristianos, y contemplando su vida piadosa, Pacomio fue bautizado. Se retiró al desierto de Tabena junto al famoso asceta Palamón, por quien fue instruido en la vida ascética. Entonces un ángel se le apareció vistiendo el hábito monástico en el lugar llamado Tabenisiot y le dio una tabla sobre la cual estaba escrita la regla monástica de la vida cenobítica, ordenándole que estableciera un monasterio en aquel lugar, y profetizando que muchos monjes vendrían a este monasterio para la salvación de sus almas. Obedeciendo al ángel de Dios, Pacomio comenzó a construir muchas celdas aunque sólo él y su hermano Juan estaban en aquel lugar. Cuando su hermano le reprochó por construir celdas innecesarias, Pacomio simplemente respondió que seguía la orden de Dios sin importan quién viniese a vivir allí, o cuando. Pero pronto muchos hombres se congregaron en aquel lugar movidos por el Espíritu de Dios, y comenzaron a vivir la vida ascética según Regla de Pacomio, la cual él recibió de un ángel. Al aumentar el número de los monjes, Pacomio llegó a fundar seis otros monasterios. El número de sus discípulos llegaba a los siete mil. San Antonio es considerado fundador de la vida eremítica, pero san Pacomio es considerado fundador de la vida monástica cenobítica. La humildad, amor por el trabajo y abstinencia de este santo padre fue y sigue siendo un singular ejemplo a imitar para un vasto número de monjes. San Pacomio hizo innumerables milagros, pero también sufrió innumerables tentaciones tanto de parte de demonios como de hombres. Sirvió a los hombres como padre o como hermano. Inspiró a muchos a seguir el camino de la salvación y guió a muchos al camino de la verdad. Fue y sigue siendo una gran luz de la Iglesia y un gran testigo de la verdad y la justicia de Cristo. Murió en paz en el año 348 d. C. en el septuagésimo cuarto año de su vida terrenal. La Iglesia ha incluido a muchos de sus discípulos en las filas de los santos: Teodoro, Job, Paunucio, Pecusio, Atenodoro, Epónimo, Soro, Psoe, Dionisio, Psentesio, y otros.




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