San Isaac el sirio, obispo de Ninevah, vivió durante el sexto siglo. Él y su hermano entraron en el monasterio de Mateo cerca de Ninevah y recibieron la tonsura monástica. El su aprender, virtud, y la manera de la vida ascética atrajo el aviso de los hermanos, y ellos propusieron que él dirigiera el monasterio. San Isaac no deseó esta carga, prefiriendo una vida de silencio, así que decidió dar izquierda al monasterio y vivir solamente en el desierto. Su hermano le insistió más de una vez volver al Monasterio, pero él no le convendría. Sin embargo, cuando la fama de la santa vida de Isaac se separó, le hicieron obispo de Ninevah. Viendo las maneras y la desobediencia crudas de los habitantes de la ciudad, el santo se sentía que estaba más allá de su capacidad de dirigirlos, y por otra parte, él anheló por la soledad. Una vez que, dos cristianos vinieran a él, pidiendo que él coloque un conflicto. Un hombre reconoció que él debió el dinero al otro, pero pidió una corta extensión. El prestamista amenazó traer a su deudor a la corte y forzarlo a pagar. San Isaac, citando el Evangelio, pidió que él fuera misericordioso y que diera a su deudor más horas de pagar. El hombre dijo: "¡Aleje su Evangelio de esto!" San Isaac contestó: "Si usted no se somete a los mandamientos del señor en el Evangelio, ¿después qué restos quiere que yo haga aquí?" Después de solamente cinco meses como obispo, San Isaac dimitió su oficina y entró las montañas vivir con los ermitaños. Más adelante, él fue al monasterio de Rabban Shabur, en donde él vivió hasta su muerte, logrando un alto grado de perfección espiritual. Solamente en 1719 una biografía del santo fue publicada en Roma, compilada por un anónimo autor árabe. En 1896, más información sobre San Isaac vino encenderse. El abad francés docto Chabot del soteriologiíta publicó algunos trabajos del octavo sobre la historia de Siria de Iezudena, obispo de Barsa, donde la cuenta de San Isaac el sirio fue encontrado.




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