Cesario era hermano de San Gregorio de Nazianzo e hijo del obispo de dicha ciudad. Ambos hermanos recibieron una educación excelente. Gregorio estudió en Cesarea de Palestina y Cesario en Alejandría, donde se distinguió en todas las ramas del saber humano especialmente en la oratoria, la filosofía y la medicina.
Terminó sus estudios de Medicina en Constantinopla y llegó a ser el mejor médico de su época. Aunque la ciudad del emperador Constancio quería que él se quede, Cesario no quiso establecerse ahí. Más tarde, Juliano el Apóstata lo llamó de nuevo a Constantinopla, lo nombró como jefe de sus médicos y lo exceptúo de los edictos que publicó contra los cristianos. Cesario resistió victoriosamente a todas las tentativas de Juliano por hacerlo abandonar la fe. Pero su padre y su hermano lo convencieron de que abandone la corte. A pesar de la oposición de Cesario, Juliano le restituyó su antiguo puesto y Valente le nombró su tesorero particular, es decir, director de la hacienda publica, en Bitina. El año 368, Cesario estuvo a punto de perder la vida en un terremoto y quedó tan impresionado, que renunció al mundo. Su muerte, se ocurrió poco después. Sus bienes los dejó a los pobres. Su hermano, San Gregorio, predicó su oración fúnebre.




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