Durante el reinado del emperador Marco Aurelio (también Antonio, años 161-180) en la ciudad de Damasco (Siria) se desempeñaba como guerrero el cristiano Víctor nacido en Italia. Cuando el emperador ordenó la persecución de los cristianos, el jefe del ejército Sebastián exigió a Víctor que abjure a Cristo y haga el sacrificio a los ídolos. "Sos el guerrero de nuestro emperador y debes cumplir sus órdenes" — dijo Sebastián, "no" — contestó Víctor — "ahora soy el guerrero del Rey Celestial y solamente a Él obedeceré, yo desprecio a los repugnantes ídolos". Entonces Sebastián ordenó que lo torturen. Los verdugos le rompieron a Víctor los dedos de las manos y de los pies y los desarticularon. Durante las torturas San Víctor rezaba a Dios y con coraje soportaba los sufrimientos.
Posteriormente, los verdugos obligaron a Víctor tragar una carne envenenada por el brujo. Después de rezar y santiguando la carne el mártir Víctor la tragó. Y delante de todos se produjo un evidente milagro: a Víctor no le pasó nada. Sucedió lo que el Señor había prometido a sus discípulos: "Si toman algo mortal no les hará daño." (Mc.16:18) El brujo, viendo que Víctor no sufrió daño alguno de su veneno, empezó a creer en Cristo. Él entendía mejor que los demás que ninguna fuerza terrenal podía neutralizar a su mortal veneno.
Entonces Víctor tuvo que soportar las torturas más horribles. Estefanía la esposa de uno de los guerreros; que torturaban a Víctor, no pudo mirar más los grandes y completamente inútiles sufrimientos que soportaba el mártir por Cristo y trató de interceder por él. Los verdugos enloquecidos por la sangre en vez de parar se enfurecieron con Estefanía y vieron en ella a su nueva víctima. La ataron a las dos inclinadas palmeras y la despedazaron. Así murió Estefanía, siendo muy joven — tenía apenas 15 años. Después de matar a Estefanía los torturadores siguieron torturando a Víctor y finalmente lo decapitaron. Los santos mártires Víctor y Estefanía fueron martirizados por Cristo en el año 175.
Antes de morir, el mártir Víctor predijo a los torturadores que ellos morirán a los 12 días y al jefe del ejercito que lo harán prisionero en 24 horas.
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